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BRAULIO MIRANO

EL LENGUAJE DEL MAÍZ

2009-2011

“Millones escasos
penosos retazos
a todos nos faltan pedazos.
Dientes apretados 
siempre enojados
esclavos de los resultados…”
Bersuit Vergarabat

 

“Escribo para no ser torpe con lo que pienso y digo”.
Bra

 

“Fotografío para tener memoria de lo que siento al ver”.
Bra

 

MAÍZ
La resistencia naturalmente cultural

En un esfuerzo por resolver y crear más dudas, es decir con el deseo de afirmarnos en nuestras prácticas y sueños, escribimos estas revaloraciones y reflexiones, sobre los contenidos de nuestros ritos, ceremonias, celebraciones, sobre nuestros cultos; porque sentimos la necesidad de explicarnos frente a los que nos quieren conocer o por esos azares del destino nos están conociendo. Este “ensayo” es también dar nuestra opinión sobre lo que somos, explicar un poco por qué lo hacemos, como una forma de contemplarnos, con un sentido de aperturar nuestros ideales y convicciones, y sobre todo por valorar los esfuerzos que han hecho y hacen todos los miembros de este ayllu (carguyocs, cofrades, anfitriones, fiesteantes, jurcados, artistas, etc.), conciente e inconcientemente. 

Este es otro manifiesto de nuestros quereres y pasiones, porque sabemos que somos parte de un proceso, y porque en buena parte mucho de lo que hacemos también es nuestra herencia a los que vienen y a los que ya están, porque queremos hacer memoria y honrarla como se debe.
 
Hablamos al inicio de dudas porque creemos que al afirmarnos y al emitir nuestras teorías y reflexiones no estamos creando dogmas, ni mucho menos verdades o algo parecido, simplemente estamos tratando de no ser mediocres con nosotros mismos, por eso vamos con la duda por delante para estar seguros que no estaremos seguros de lo que decimos y todo lo dicho pueda ser rebatido y cuestionado, porque esa es la apuesta en la K’ancharina, tener siempre las puertas abiertas a quién quiera plantear alguna duda más y con ello construir más vida.

Importancia alimentaria

 

En el cosmos, en la existencia, en el kawsay andino, en el mundo andino, o como queramos decirle, el maíz sigue siendo una de las fuentes alimenticias del ser humano y animal por excelencia, hay muchos platos nuestros que llevan como ingrediente casi sagrado al maíz –en alguna de todas sus formas. La vida entonces, nuestra vida, está involucrada directamente al ciclo de procreación del maíz (siembra, cultivo, cosecha, desgranado, “biocombustible”, etc.).

Se trata de la coexistencia en un estado de regocijo, por eso decimos barriga llena corazón contento, porque recordemos que el maíz (en su variedad de productos) no sólo ocupa su espacio en la mesa como plato de fondo o de entrada, sino además, convertido en chicha, es el digestivo después de ciertas comidas, e incluso va más allá llegando a ser el matizador de nuestras ceremonias, festejos, cultos. Y no olvidemos que tanto la caña como las hojas de la planta del maíz (chala) son utilizadas también como forraje para los animales, no sólo de animales vacunos, ovinos, camélidos, sino además para animales domésticos pequeños, como la panka [1] del choclo es una delicia para los cuys, entonces es fuente completa de alimentación y salud.

Viene a ser, reactualizando uno de sus usos, parte de nuestras cábalas de fin de año, llegando a significar prosperidad (esto relacionado al dinero o a la fertilidad de las riquezas deseables), es decir el maíz viene resignificándose, pero no exactamente de “contenido”, sino de contenidos, contextos y creencias, y mediando cuestionamientos a nuestras teorías también de fes al futuro desde el presente.

El maíz convocante, el Niño maíz convocante (valor simbólico)

Es el hecho social quien nos convoca en la reflexión y profundización de lo dicho en el anterior acápite, pues no desarrollar al maíz en su culto dejaría un gran vacío en el sentido de este prospecto de ensayo colectivo. Entonces creo que debemos plantearnos algunas preguntas, para que sea la duda nuestra fiel consejera, no la desconfianza, la simple duda, por ello lanzo estas preguntas: ¿es el culto al maíz lo que nos convoca?, ¿es el maíz quién nos convoca?, ¿es el Niño maíz quién nos invita a convocar?, ¿cómo nos componemos o mejor dicho curamos de tanta vorágine cotidiana?, ¿son las respuestas a nuestras decepciones, depresiones, soledades, cuestionamientos estas convocatorias? Pretendo afirmar, responder que sí a la última pregunta, las demás preguntas las dejo como enredaderas buscando la luz del sol, es decir preguntas que nosotros debemos respondernos, responder juntos, o por lo menos preguntárnoslas para saber en que andamos, hacia dónde y por qué. 

El culto, la fe, la creencia, la construcción, la cooperación, estás palabras con contenidos llenos de confianza, son en nuestro espacio social, las propuestas de cómo manejamos nuestras relaciones sociales dentro de nuestro ayllu [2]. Los ayllus modernos (nada distintos ni vaciados de contenidos como eran para los Inkas, Waris, Tiahuanacos, Chavín, etc.). En este caso nuestro ayllu tiene sus fundamentos en ritos, cultos, eventos, fiestas, conciertos, recitales, talleres, etc., etc., como el Niño de Praga (el Niño maíz como hemos decidido llamarle algunos a más del Niño de plaga, como gusta decirse por muchos también con el perdón de todas las memorias). Aquí queremos aclarar que el cargo del Niño maíz es una de muchas actividades que realiza nuestro ayllu, porque también existen las otras que son tan importantes y diversas también, como polladas de solidaridad, presentaciones de música, teatro, faenas en las casas, recitales, cumpleaños, baby shower (kawsay wawa), entre muchas otras que nos reúnen o alejan. 

Reunirse, convocarse, dialogar, acordar, comprometerse son actos, conductas y actitudes propias de un colectivo, en este caso nuestro ayllu (“Cofrecito”, “Chinchantería social”, “Sociedad, privada de arte”, “K’ancharina”). En esta desinencia interpretativa y reflexiva podemos llegar a hablar de la identidad [3] que nos une, algo así como andina jipie artística intelectual post ista barroca orgásmica… Llegamos a la identificación, nos identificamos con algunos gustos y pareceres, nos reconocemos en algunos hechos, en algunas obras o esfuerzos, por ello también debemos aclarar que la intención de esta reflexión no es definir, ni determinar o señalar, sólo se trata de reflexionar un poco sobre lo que nos pasa, y creemos importante reconocer lo que podría significar el Niño maíz, la performance, la movilidad de voluntades y cariños que se crean alrededor de esta actividad, fiesta o cargo.

El maíz ofrenda (reciprocidad)


En nuestro mundo andino mantenemos como valor de convivencia la reciprocidad, amor con amor, toma que te doy en nuestra cultura chicha. Así como recibimos de la Pachamama, también le devolvemos, le ofrendamos. Nuestra forma de devolverle además de cuidarla como principio, es ofrendarle en nuestros paguitos los mejores productos que cosechamos, le damos todo lo que extraemos de ella, todo lo que nace en ella, todo lo que se alimenta de ella directa o indirectamente. Tenemos primero a los minerales preciados, que son los que adornan y crean valores económicos en nuestra sociedad, son los que moldean nuestras vidas con la intervención y creación de tecnologías. También están todos los animales que se mantienen alimentándose de lo que la Pachamama procrea, de ellos tomamos también sus elementos y le ofrecemos a nuestra madre. De lo que nosotros cultivamos, criamos y cosechamos, le entregamos lo mejor, porque respetamos su bondad, porque no sería justo no corresponder a quien nos brinda todo.

En este saber, el maíz y todos los productos de su planta pueden ser ofrendados, porque esta en la costumbre de nuestros padres heredada quizás a nosotros y de nosotros a nuestros hijos, encontramos que el maíz, la chicha, la panka, etc. son ofrendados en nuestras ceremonias a la Pachamama, a los Apus, a las Achachillas, y a todo ser terrígeno que convive con nuestra naturaleza, incluyéndonos en ella claro. 

El maíz medio comunicador

La vida no existe por que el hombre lo decida, la vida existe de la conciencia de la existencia, del hecho mismo de hacer ejercicio del hecho de vivir, es decir se compone de las actividades, ritos, pensamientos, ideologías, cultos, trabajos, etc., que nosotros ejercemos en esto que hemos decidido llamarle vida.

Necesitamos entonces comunicarnos para existir, y el comunicarse no es tan complejo como marcar el código de alguna ciudad y entablar un dialogo con algún otro ser, es tan simple como t’inkar un poco de bebida a la tierra, es tan dialogante como soplarle unos k’intus a los Apus, pensando en nuestros amigos lejanos, en la memoria de nuestros seres idos de esta existencia, reitero: comunicarse no es tan complejo como entrar al Internet y utilizar el Messenger o el Facebook y chatear para sentirse cercanos –comunicados; es tan simple como desearle con el pensamiento y en razón de nuestro querer a los demás (seres, animales, amigos, plantas, etc.).

Es por ello que el maíz al ser una de las principales ofrendas en nuestros cultos, o al ser el protagonista de nuestras fiestas (celebraciones), al ser mate (parwa) en nuestras bebidas está cumpliendo un acto comunicador, dialogante, reflexivo y meditabundo.

Al ofrendarlo, al t’inkarlo, estamos comunicándonos con los Apus, con la Pachamama, con nuestros seres queridos, enviamos mensajes en forma de deseos. Colocamos y distribuimos en nuestros pagos las ofrendas en forma tal que estén conectados y relacionados, como vemos que esta en la naturaleza, quizás asemejando el orden que queremos tener también, la armonía que nos permita vivir en dignidad y honorabilidad.

Puede entenderse que la labor comunicadora del maíz se realiza en dos dimensiones: la primera nos comunica con el exterior, con todos los elementos y seres de nuestras creencias; y la segunda con el mundo interior, nos comunica con nosotros mismos, con nuestros sueños, deseos y conflictos, es decir con lo que somos.

El maíz más allá de la vida

Valdizan y Maldonado nos refiere: "En el antiguo Perú se ha encontrado en los cadáveres extraídos de las huacas que sus cavidades estaban rellenadas con hojas de coca, maíz o de algodón y en el cuello de estos 'granos de maíz' suspendidos".

Esta cita nos lleva a repensar al maíz más allá de nuestra vida, el maíz pudo ser domesticado según muchas teorías hace aproximadamente diez mil años en Mesoamérica, entonces se supone la existencia de ésta como planta silvestre al margen del ser humano, es decir es un ser andino-amazónico que trasciende más allá de la vida de nuestra humanidad. Es en la necesidad de entender la vida -creemos nosotros-, que el ser humano crea a Dioses o al Cosmos, para poder existir sin las preguntas que carcoman nuestras entrañas: el ¿de dónde venimos? y ¿a dónde vamos? 

En esta línea otras civilizaciones como la Maya, la Inka, la Egipcia, comenzaron a creer que la existencia se prolonga más allá del cuerpo y de lo orgánico material. 

El maíz es tan trascendente que puede acompañarnos fuera de este mundo en la línea de la existencia, porque el tiempo de los dioses, del cosmos también es su tiempo, un tiempo distinto al ser humano en esta tierra.

El maíz por lo tanto demuestra la importancia no sólo como fuente alimenticia, sino en su labor convocante, y sobre todo en la trascendencia de su ser con la del ser andino.

Es por ello también que en la cosmovisión andina el maíz es un ser, una deidad, con implicancias alimenticias y ceremoniales, es parte connatural del ser.

La embriaguez de la Chicha (Hija del maíz)

 

Estos tiempos tan desconvocantes, agitadores y sobre todo desmitificadores, nos colocan en una situación en la que atravesamos nuestras vidas por la sobrevivencia de la soledad, vencer a ésta siempre ha sido parte de nuestra embriaguez (“felicidad”).

La embriaguez es distinta a la ebriedad o a la borrachera, no menos ni más, a eso no nos referimos, lo que pretendemos es apuntar el hecho de qué significa la embriaguez, porque la embriaguez es prima hermana de la borrachera y compañera de la ebriedad.

La embriaguez es el estado de regocijo, la desinhibición que encontramos al beber, más el regocijo de estar. Es la sensibilidad de comunicarnos con plena libertad. Lo cual crea confianzas con las personas, compañeros, colegas, familiares, o amigos. Es por esto que la embriaguez es un principio de existencia, colectivismo y cooperativismo. Es además un buen estado de diálogo, por ello que la embriaguez debe mantenerse en un límite, es decir no podemos dialogar si una de las partes dialogantes esta completamente borracha, necesitamos estar en un estado más coherente para poder entablar estos vínculos. Esto se asemeja mucho a la bohemia de otras místicas, en la bohemia también se busca el dialogo, la conversa, la socialización de conocimientos, pero también el desfrute, el baile, el goce de la vida, para nosotros en el ande la bohemia es la embriaguez, y como protagonista de nuestra embriaguez normalmente reivindicamos a la chicha, como hija del maíz además.

El maíz medicinal y dador de salud

“Despues aca los españoles han experimentado muchas cosas medicinales, principalmente del maiz, que llaman zara, y esto ha sido parte por el aviso que los indios les han dado de eso poco que alcanzaron de medicamentos y parte porque los mismos españoles han filosofado de lo que han visto, y asi han hallado que el maiz, demas de ser mantenimiento de tanta sustancia, es de mucho provecho para mal de riñones, dolor de ijada, pasion de piedra, retencion de orina, dolor de la vejiga y del cano. Y esto le han sacado de ver que muy pocos indios o casi ninguno se halla que tenga estas pasiones, lo cual atribuyen a la comun bebida de ellos, que es el brebaje del maiz, y asi lo beben muchos españoles que tienen las semejantes engermedades. Tambien la aplican los indios en emplastos para otros muchos males.”

CAPITULO XXV
LAS YERBAS MEDICINALES QUE ALCANZARON

Garcilaso de la Vega, Inka

Pretendemos que esta cita sea suficiente, mientras recogemos todos los usos medicinales posibles del maíz, sin embargo debemos aclarar que a lo largo de este texto mencionamos algunos usos.


El lenguaje del maíz (vigencia lingüística)

“A través del lenguaje descubrimos que somos lo que hablamos”.
Bra

Cuando uno nace supone que el mundo habla, porque todo movimiento implica un significado, un mensaje, por lo tanto a veces nos parece incluso hasta de grandes que todo lo animado e inanimado habla, que la piedra con gesto desusado habla con el tiempo o se queja cuando es movida porque es pesada. En este mismo son el maíz habla, no por ser sólo un elemento alimenticio, o por ser un elemento de la alimentación cotidiana, que incluso es referida desde su nacimiento hasta su conservación, porque haciendo cuentas el maíz nace pareciéndose a la cebada o al heno, como una mata de hojas largas y puntiagudas, con un tallo gordo siempre y con brotes nervales que luego le harán fama de alimento. Por ello y continuando el ton del son, mencionaremos algunos de los vocablos que a más de todos las mencionados anteriormente, son utilizados en nuestro cotidiano y son aporte de este natural ser, el maíz.

Primero le decimos caña [4] porque nos interesa de él el néctar de su tallo, que como picaflores andinos tomamos a desvergüenza succionando, despedazando y después salivando de placer. Luego del gran descuartizamiento, creyendo haber tomado la esencia de este “ser” tomamos de él (cosechamos) sus granos [5] engarzados al marlo [6], a cuyo conjunto le llamamos choclo [7], es decir a la mazorca [8] de maíz. Éste gran choclo desgranado [9] será el tema de los muchos de nuestros platos preferidos como la lawa [10] de maíz, el ch’airo [11], el cebiche, etc. y si queremos prepararnos un mate, nada más fresco que la parwa [12] o los pelitos del choclo (ch’ukcha sara [13]).  


Niño de Praga o Niño Maíz 

Entre las formas de construcción universal que el mundo nos da, tenemos la de ser un niño, un niño que no representa la caída universal de la religión al mundo, sino el símbolo de nuestro mestizaje, la representación de nuestras pasiones culturales a través de la imagen ritual, es decir un símbolo de lo que es importante para nosotros.

Ante ustedes presentamos nuestro Niño Maíz o Niño de Praga, sus posibles orígenes e interpretaciones andinas que generamos alrededor de él.

Origen: Sabemos acerca de la práctica romana que “consistía en exponer una esquina de su casa, a manera de altar, las estatuas de los Lares y Penates, protectores de la casa, la familia y la patria”. Es recién en el siglo II d.C. que se encuentran las primeras representaciones de un niño en el clásico pesebre y junto a la Virgen María y San José.

Origen Andino: La fiesta de la Navidad llegó con los primeros españoles, con el tiempo el niño fue transformándose hasta adquirir un color distinto, mestizo e indígena, el Niño se volvió más travieso y sus mejillas se sonrosaron de tanto jugar bajo el sol. En el mundo andino, como correlato de esta  transformación se fueron entretejiendo leyendas y mitos, los antiguos ritos andinos como el Cápac Raymi de los Inkas se entrelazaron  con el culto Católico, razones por las cuales la Navidad adquiere matices particulares hasta nuestros días. La Navidad es la fiesta del  Niño Manuelito o “Qapaqpa Churin” o el niño “Wayna Capac de Pataquehuar”, el niño que venía al Corpus de Cusco con su anda de plata y que se extravió para regresarse solo, del Niño en cuyas andas se ofrecen 3 Conchas Marinas que son para el hombre, para sus chacras y animales. También en el Cuzco aparecen otros niños como el “Niño T’anta Suwa” de Oropesa, o el “Niño de Markakocha”, el “Niño de Wayrakapaq en Quiquijana”, y así innumerables representaciones que pasan por Bolivia y quién sabe donde terminan.

Origen de nuestro Niño de Praga: Cuenta la sustanciosa historia que fue molida entre ajos y leña, es decir a la hora del almuerzo, que fue la abuela de Edwin, Isabel Carazas Paiva, hija de Alejandrina Paiva, quién comenzó la tenencia de nuestro actual Niño de Praga. 

Contexto Andino: Las persecuciones lograron poner fin a los grandes ritos públicos que no eran católicos, pero no pudieron abolir los ritos de carácter más privado, que se celebran dentro de casa, en la chacra o en otros lugares, lejos de la vigilancia de los sacerdotes católicos. Se pudo obligar a la gente a asistir a misa, hacer bautizar a sus hijos y enterrar a sus muertos de forma cristiana, pero no se pudo impedir que ellos y ellas asimilaran y entendieran los símbolos y figuras cristianas en su propia manera.

Celebración del Niño Maíz: Con la integración del Niño al imaginario andino, éste posiblemente fue adoptado como la representación del Maíz, en un contexto de siembra. El 25 de diciembre el Niño Manuelito se encuentra en una posición de reposo, el cual vendría a ser denominado Tankaq Niño; el 1 de enero el Niño en una actitud de despertar se convertiría en el Kiraq Niño; y el 6 de enero con las manos extendidas y de pie, como predicando, sería por fin el Sayaq Niño. Cumpliendo así este ciclo hasta convertirse y finalmente representar al maíz.

Para nosotros es esta la realidad sobre la que nos manifestamos, no como católicos en fiesta miserita, sino como andinos aún resistiendo. Levantando en una Huaca a nuestro Niño, en el lugar más alto y visible, desde donde todos puedan verlo y sentirse parte. Celebrando nuestros momentos de encuentro, reproduciendo nuestra embriaguez, echándole su baile, t’inkando nuestra chicha, ch’aqchando nuestra coca, y sobre todo curando nuestras ganas de vivir.


(Texto escrito y difundido el año 2009)

 

Retomando (momentos históricos)

Hemos planteado anteriormente que el ciclo que el Niño Jesús (en nuestro caso denominado Niño de Praga) sigue el ciclo del maíz, por eso en nuestro mundo andino él representa al maíz, el sincretismo obligó a representar al niño como al maíz y viceversa, pero sabemos que las fechas históricas de la celebración del Niño de Praga son dispersas por razones que nos toca investigar; por ejemplo en el distrito de San Sebastián celebran al Niño de Praga el 6 de enero como lo celebramos en la comunidad K’ancharina, pero hay referencias del origen propio del Niño de Praga dónde este Niño tiene como la fecha de su culto el primer domingo del mes de junio, por lo tanto es obvio que las fechas de celebración en el Ande han variado por razones que aún no conocemos, pero que sí pretendemos entender, esto mediante la documentación histórica y referencial de los ciclos del maíz en distintas partes del Perú y del Cusco. Por ejemplo, tenemos referencias como:

“Tambien alcanzaron los equinoccios y los solemnizaron muy mucho. En el de marzo segaban los maizales del Cuzco con gran fiesta y regocijo, particularmente el anden de Collcampata, que era como jardin del Sol.”

ALCANZARON LA CUENTA DEL AÑO

Y LOS SOLSTICIOS Y EQUINOCCIOS
Garcilaso de la Vega, Inka

Esta cita nos da luces a cómo seguimos reinterpretando y dotando de contenidos nuestros cultos y tiempos domésticos, ambos en completa relación, por ello dejamos el documento abierto a cualquier aporte sobre todas las preguntas y dudas que aún mantenemos en este quehacer reflexivo. [14]

***

[1] La panka es la envoltura natural de la mazorca de choclo.

[2] Quiero agradecer a Osvaldo Povea por enseñarme a entender esta palabra en su sentido y contenido ancestral y ahora también moderno (actual), en nuestro contexto andino urbano marginal artístico y sobre todo cotidiano.

[3] No nos referimos al concepto absoluto, porque creemos que para llegar a ello deberíamos atravesar una serie de consensos e historias que siempre se irán dando en el camino de los reconocimientos.

[4] Tallo de la planta del maíz, contiene un zumo dulce del cuál derivan algunos otros productos.

[5] Es la unidad mínima del choclo.

[6] Es un tallo interior, se ubica dentro del choclo y es el responsable (quién le da unidad) de la unión de los granos de maíz.

[7] Es el fruto más preciado de la planta del maíz, es el conjunto de maíces unidos por el marlo.

[8] La mazorca es el choclo, la variación denotativa viene del estado de uso del maíz.

[9] Se refiere a la acción de desengarzar a los granos de maíz del marlo.

[10] Es una sopa hecha de maíz molido.

[11] Es una sopa que lleva como ingrediente al grano de maíz entero.

[12] Es la flor del maíz que luego de secarse crea unos granos parecidos al trigo, pero menos compactos.

[13] Son hilos vegetales que crecen en la punta del choclo.

[14] Muchas de las reflexiones de este artículo están basadas en las ideas de Edwin Chávez. 

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