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SOBRE LA FIESTA DE SARAWAWA

La fiesta de Sarawawa se celebra cada 6 de enero en Cusco, en la casa del Maestro Edwin Chávez, reconocido artista e intelectual. Esta festividad absorbe las tradiciones católicas junto con las creencias y prácticas andinas, fusionadas en una tradición nueva y original, con gran repercusión en los círculos artísticos e intelectuales de nuestra ciudad.

Sarawawa está enmarcada en la costumbre cusqueña y andina de “cargos”, fiestas religiosas dedicadas a imágenes católicas específicas, que se celebran anualmente en sus fechas titulares (aunque a veces un tanto variables) del calendario eclesiástico. Algunas de esas imágenes pertenecen a templos o congregaciones religiosas, otras son propiedad de familias y habitan en casas particulares. En este segundo caso, la ritualidad y la espiritualidad que las rodea, esta especialmente propensa a adquirir rasgos sincréticos y apócrifos, dado que no se ve estrictamente condicionada por las normas canónicas de la Iglesia Católica. La fiesta de Sarawawa es un notable ejemplo de esa espiritualidad creativa y versátil.  

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Altar de Sarawawa en 2021.

El singular sistema de “cargos”, que goza de gran vitalidad en los Andes hoy, tanto en los ámbitos urbanos como rurales, delega la responsabilidad por la celebración de la fiesta anual no en los propietarios de la imagen, sean eclesiásticos o seculares, sino en una persona, grupo de personas, familia o institución. El “cargo” es rotativo: cada año lo asume un individuo o un grupo nuevo, acto que necesariamente debe ser voluntario y se considera un honor. Se toma como mal augurio si alguien rechaza el cargo cuando se lo ofrecen. El responsable (“mayordomo”  o “carguyoc” en la versión cusqueña), sea uno o varios, es el que organiza y provee los gastos para la fiesta del año. Se trata de los gastos para la comida, bebida, música, nueva ropa y accesorios para la imagen etc., que generalmente se cubren a través de las “jurcas”: contribuciones de amigos, familiares y personas que forman el círculo de devoción en torno de la imagen. Cuanto más hábil y sociable es el carguyoc, más jurcas logra conseguir y más suntuosa sale la fiesta. Los cargos andinos son un fuerte mecanismo de cohesión social: en torno de cada imagen se agrupan personas y familias unidas por lazos de parentesco, amistad y afinidades socioculturales, costumbre que no debe ser confundida con la tradición más rígida y normada de cofradías religiosas, heredada de Europa medieval y sujeta al derecho canónico de la Iglesia.

La fiesta de Sarawawa rescata y asimila el legado cultural local, pero el origen del cargo propiamente dicho es relativamente reciente, nació alrededor de los años 2004-2005. Para entender su simbología y naturaleza, es indispensable hablar primero sobre el dueño de la casa, y la casa misma como un ecosistema cultural.

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Maestro Edwin Chávez Farfán en su casa. Foto: Jorge Luis Ochoa, 2014.

El Maestro Edwin Chávez Farfán, emblemático artista cusqueño, activo desde la década de 1970, emplea casi todas las formas y medios imaginables del arte contemporáneo: pintura, grabado, dibujo, ensamblaje, instalación, fotografía y arte digital. Su pasión es la revitalización de la herencia andina en el mundo actual, no en una versión purista petrificada, sino en un formato libre y abierto a interpretación y experimento. El amor por el legado andino, lo heredó de su padre, el reconocido arqueólogo Manuel Chávez Ballón. En las últimas décadas, la casa de Edwin Chávez se ha convertido en un importante espacio de encuentro, debate, enseñanza y fermentación de ideas, donde concurren personajes diversos de artes y letras, junto con académicos de carrera y filósofos de libre vuelo. Muchos jóvenes artistas cusqueños de hoy se alimentaron de este fértil entorno, sin dogmas ni imposiciones.

Pero no sólo ideas fermentan en la casa de Edwin Chávez. Durante muchos años, los días sábados se hacían aquí animadas reuniones, en las que se servía comida y chicha de jora, bebida ancestral de maíz fermentado, elemento clave en la ritualidad prehispánica desde tiempos inmemoriales. Por esas reuniones sabatinas, alrededor de 2005 la casa adquirió el nombre “Cofrecito, Chichantería Social”, y más tarde pasó a llamarse “Comunidad Cultural K’ancharina” ("k'ancharina" en quechua significa "por donde va la luz") Concurrían a las reuniones mayormente artistas, antropólogos y letrados, pero sus puertas siempre estaban abiertas a todo visitante nuevo que quería sumarse, sea por afinidad de espíritu, o simplemente por curiosidad.

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Afiche para una de las reuniones sabatinas del "Cofrecito". Diseño de Gustavo Fernández. Archivo de Edwin Chávez.

El cargo de la casa de Edwin Chávez se cristalizó como una versión más estructurada y extendida de esas reuniones semanales. Durante los primeros años de su existencia, aproximadamente hasta el año 2008, la fiesta se llamaba “Niño de Praga”. Aquí es necesario aclarar que en esa misma fecha, 6 de enero, convergen dos importantes celebraciones del calendario católico: la Bajada de los Reyes o Epifanía (ultima parte del ciclo dedicado al nacimiento de Jesús), y una de las fiestas del Niño de Praga. La Iglesia Ortodoxa celebra el mismo día el Bautismo de Jesús. “Niño de Praga” es una milagrosa imagen del Niño Jesús, representado en posición erguida y en actitud de bendecir, que según leyenda perteneció a Santa Teresa de Jesús, y que se encuentra hoy en la Iglesia de Santa María de la Victoria y San Antonio de Padua en Praga. Sus réplicas gozan de gran devoción en diferentes extremos del mundo católico. Su fiesta oficial es el 5 de septiembre pero hay varias otras fechas alternativas. En Cusco, una famosa imagen del Niño de Praga se guarda en el Monasterio de Santa Teresa de las Carmelitas Descalzas, y su festividad central es el 25 de enero. Otro célebre Niño de Praga existe en el Templo de san Sebastián de Cusco, y en este caso su fiesta es el 6 de enero. Al parecer, también existían (y siguen existiendo) cargos del Niño de Praga en casas particulares, celebrados en esa misma fecha.

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Invitación al cargo de Niño de Praga de la familia Coronado, 6 de enero 1997.

Archivo de Edwin Chávez.

Desde hacía décadas, la madre de Edwin Chávez, Señora Martha Farfán de Chávez, como era costumbre, armaba el Nacimiento (el Pesebre) para las fechas navideñas, y pasada la Nochebuena se ponían en él dos imágenes antiguas del Niño Jesús, patrimonio familiar heredado de los abuelos maternos: una figura erguida, que corresponde a la iconografía canónica del Niño de Praga, y otra figura sentada, tipo iconográfico difundido en Latinoamérica bajo el nombre “Niño Doctorcito”, muy querido en Cusco y representado con frecuencia en la imaginería local (hay un famoso “Doctorcito” en el templo de la Merced). Ninguna de esas dos imágenes, hablando estrictamente, es propia de la escena del Pesebre (cuyo tipo iconográfico es el infante recién nacido en posición yacente); sin embargo, ambos Niños se instalaban con plena autoridad en el Nacimiento familiar de los Chávez Farfán. Al lado se colocaban los regalos para los niños humanos de la casa, pero no se les permitía tocar los juguetes hasta el 6 de enero. La madre decía que hasta esa fecha había que dejar que el Niño Jesús jugara con ellos. Edwin Chavez recuerda: “Le tenía celos al Niño porque por dos semanas no me dejaba tocar mis regalos”.

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Cantos religiosos en quechua anotados por la madre de Edwin Chávez.

Archivo de Edwin Chávez.

Alrededor de 2004 o 2005, limpiando las antiguas imágenes familiares de los Niños, Edwin Chávez y su amigo, conocido fotógrafo cusqueño Carlos Nishiyama, tuvieron por primera vez la idea de instituir el cargo del Niño de Praga en la casa. Aquí cabe recordar otro antecedente importante de la fiesta de Sarawawa: la celebración de Cruz Velacuy de los artistas. Cruz Velacuy, o Velada de la Cruz se festeja en la noche del 2 al 3 de mayo, y es una de las principales celebraciones del calendario católico cusqueño. Oficialmente, el 3 de mayo es “la Invención de la Santa Cruz”, la conmemoración del hallazgo por Santa Elena de la cruz en la que había sido crucificado Jesús. A comienzos de los 2000 existió en Cusco el cargo de la Cruz Velacuy de los artistas, de gran popularidad y masiva concurrencia, que constituía todo un acontecimiento en el panorama cultural. En aquel caso la imagen (la Cruz) no pertenecía a un lugar determinado, sino pasaba de la casa del carguyoc saliente a la del siguiente. Dice la leyenda que la fiesta se extinguió cuando la Cruz desapareció (se habla de que fue robada) bajo circunstancias misteriosas. Carlos Nishiyama, el autor de la idea de la fiesta del Niño de Praga en la casa de Edwin Chávez, era antes un gran adepto del cargo de la Cruz de los artistas y el mayordomo de la fiesta en una de las ocasiones.

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Banner recuerdo de la fiesta del Niño de Praga 2007, hecho por Fredy Romero,

que se guarda en la casa de Edwin Chávez.

Ya transcurridos varios años desde el inicio de la celebración del Niño de Praga en la casa de Edwin Chávez, alrededor de 2008, la fiesta cambió de nombre y comenzó a llamarse “Sarawawa”. Bajo ese nombre figura en el cuaderno del cargo a partir del año 2009. “Sarawawa” se traduce del quechua como “niño maíz” y establece el vínculo entre, por un lado, las fechas del calendario católico en las que se celebra el Nacimiento de Jesús y la bajada de los Reyes, junto con el Niño de Praga, y por otro lado, el ciclo del nacimiento y crecimiento del maíz en el calendario agrícola andino. Edwin Chávez recuerda que ese paralelismo le fue sugerido por una conferencia en el Instituto Americano de Arte del arqueólogo cusqueño Percy Paz. Paz había recogido una tradición según la cual el Niño Jesús recién nacido se asociaba con el primer brote de maíz, que luego iba creciendo junto con el Niño (ver más sobre este tema en el texto de Braulio Mirano). Entusiasta de las simbologías sincréticas, Edwin Chávez incentivó la orgánica evolución del Niño de Praga en el Niño Maíz, que además evoca la larga trayectoria de investigación y experimentación con las técnicas de preparación de la chicha de maíz en su casa.

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El Niño Maíz, réplica de escultura prehispánica.

Foto: Fredy Romero.

Esta mutación se acentuó cuando a las dos imágenes católicas, que al principio estaban en el centro de la fiesta, se había sumado una imagen nueva, pequeña escultura hecha de pasta de yeso por la ceramista cusqueña Liliana Huancahuire (Edwin Chávez, comunicación personal), que reproducía el conocido tipo iconográfico de miniaturas metálicas de la cultura inca, halladas con frecuencia en ofrendas y tumbas, que hoy se encuentran en muchos museos arqueológicos. La réplica tiene un tamaño mayor al de las típicas miniaturas votivas y evoca otro importante referente histórico: la estatua de oro llamada P’unchao, la principal representación de la deidad solar inca, conservada antes de la conquista española en el templo mayor del imperio, el Qorikancha. Según las crónicas peruanas de la Colonia temprana, el P’unchao o bien era una figura humana de tamaño de un niño pequeño, o bien representaba a un niño. Años después de la conquista, P’unchao fue llevado a la corte española y ahí sus rastros se perdieron. No hay datos exactos acerca de su apariencia pero es de suponer que tenía parecido con las miniaturas metálicas antropomorfas, tan frecuentes en los contextos rituales y funerarios de la cultura inca. El eco de ese culto se percibe en las pinturas coloniales de la tradición cusqueña, que representan al Niño Jesús vestido a la usanza inca.

 

Otra importante coincidencia: la Navidad católica se superpone casi perfectamente con el solsticio de verano del hemisferio sur, que en la época inca se marcaba con una gran celebración, el Qhapaq Raymi, una de las dos principales fiestas dedicadas al Dios Sol. Esos lazos semánticos están explorados en el documental producido en 2015 por el Ministerio de Cultura de Cusco (ver el video). Envuelta en el extenso manto de ricas connotaciones, la nueva imagen de iconografía prehispánica se instaló firmemente en el altar de Sarawawa en la casa de Edwin Chávez, junto con los dos Niños anteriores, y pronto se convirtió en el personaje protagónico de la fiesta.

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Altar con los tres Niños y la escultura de Pachamama hecha por Pachacutec Huaman.

Foto: año 2006.

Hoy en día, dos de las tres imágenes mencionadas están permanentemente colocadas en el altar de la casa, junto con las ofrendas traídas por sus devotos, dentro de una especie de retablo de forma cónica, que representa a Pachamama (la Madre Tierra) y a la Virgen María a la vez. Los Niños habitan en su vientre. El retablo fue hecho en la técnica de hojalatería tradicional por el artista cusqueño Pachacutec Huaman.

La fiesta hoy cuenta con una década y media de historia y se desarrolla por lo general según el siguiente plan. Unos días antes, los carguyoc organizan la faena para limpiar y arreglar la casa. El día 5 de enero en la mañana se hacen los preparativos para la fiesta y en la noche del mismo día es la víspera o la velada. El día 6 de enero (día central de la festividad) por la mañana se hacen talleres, presentaciones teatrales y otras actividades para los niños: hijos, sobrinos y nietos de los amigos que concurren a la fiesta, así se marca la relación entre la figura simbólica del Niño Maíz y los niños vivos y reales. En la tarde y noche del mismo día 6 se convoca la celebración principal, con comida y chicha, que generalmente va acompañada de múltiples presentaciones de música y teatro. Hay artistas y grupos de artistas que se presentan varios años seguidos, o que incluso se han convertido en un elemento constante de la fiesta, como el conjunto de sikuris (músicos que tocan los tradicionales instrumentos andinos de viento) llamado Apu Wayra. Al día siguiente, los mayordomos se encargan de hacer la limpieza y dejar la casa ordenada. (Para mayores detalles, ver el testimonio de Roberto Ojeda y sus compañeros de cargo.)

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Altar de Sarawawa en 2020.

Este breve recuento se basa en los testimonios de Edwin Chávez, algunos de los carguyoc y asistentes a la fiesta, registros fotográficos y audiovisuales, textos y testimonios escritos y el cuaderno del cargo. Como todo escrito humano, seguramente contiene errores, imprecisiones, e indudablemente puede ser completado. Todo aporte de información está bienvenido y será gustosamente incorporado.

Vera Tyuleneva

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